marzo 11, 2007

Los planes son para seguirlos, pero...

Eso es cierto. Pero someterse a un plan al pie de la letra puede convertirse en una esclavitud. El día a día nos impone una dinámica que nos obliga a flexibilizarnos. Que si un matrimonio de un gran amigo, que si un proyecto especial, que si una enfermedad, etcétera, etcétera. Creo que quien ha seguido un plan de entrenamiento sabe a lo que me refiero.

Por otro lado, debemos poner ciertos límites porque si no ese día a día echará al traste nuestras metas. Terminaremos haciendo algo que se aleja tanto de nuestro plan original que difícilmente podremos evaluar si el plan fue efectivo o no, ya que nunca terminamos aplicándolo.

Algunas recomendaciones que me atrevo a sugerir para aquellos que sigan un plan de entrenamiento son las siguientes:

1. Creo que lo primero que debemos hacer es establecer un plan que considere nuestras ocupaciones y disponibilidad de tiempo para entrenar. Por ejemplo, un plan de doble jornada de entrenamiento para una persona que dispone de poco tiempo puede ser poco realista. Debemos entonces definir qué días y horarios tenemos disponibles.

2. Debemos tratar de optimizar el tiempo de desplazamientos, sobre todo en ciudades donde el tráfico es un problema. Definir un lugar de entrenamiento por la mañana que nos quede muy lejos de la casa y el trabajo puede no ser práctico y al final nos imprimirá un stress innecesario. En Caracas, por ejemplo, mucha gente está aprovechando el tráfico pesado para salir muy temprano de sus casas y entrenar muy cerca del trabajo, de forma de dedicar ese tiempo a practicar deporte en lugar de estar en una fila de carros.

3. El plan debe estar ajustado a nuestro nivel. Si establecemos metas muy exigentes corremos el riesgo de desilusionarnos o, peor aun, lesionarnos al imponer una carga de trabajo superior a la que nuestro cuerpo está acostumbrado. La gradualidad es clave.

4. Elegir el horario que más nos funcione. Al igual que en los estudios, hay personas que funcionan mejor en la mañana y otras en la tarde. Para algunos tratar de levantarse muy temprano por la mañana puede terminar por ser una meta imposible de alcanzar.

5. No olvidemos el descanso. Todo plan de entrenamiento debe contemplar que necesitaremos un tiempo para el descanso. A veces con el entusiasmo definimos un plan muy comprometido de jornadas de entrenamiento y al final el agotamiento nos vence. Para alguien que comienza un Apia de descanso interdiario es lo más recomendable. En un corredor habitual al menos un día de descanso debe apartarse y, en algunos corredores, un segundo día trae muchos beneficios.

6. Debemos estar conscientes de que todo plan puede sufrir modificaciones por lo que debemos ser flexibles. Lo recomendable es definir claramente cuáles son los principios de nuestro plan, los cuales trataremos de mantener en la medida de lo posible. Incluso, debemos estar preparados para abandonar el plan de manera temporal cuando sea estrictamente necesario por razones de salud. A veces aferrarse a una meta, lejos de ser un signo de perseverancia, se puede convertir en terquedad y llevarnos a lesiones o problemas de mediano y largo plazo.

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