octubre 24, 2007

La experiencia de Gina en el Maratón de Berlín 2007

Esta entrada ha sido escrita por Gina Saraceni, gran amiga y corredora que recientemente culminó el Maratón de Berlín con una excelente marca de 3:38.

Gina Saraceni (marea132000@yahoo.com)

"Cada maratón es una experiencia inédita. No importa cuánto maratones uno haya corrido: cada uno es distinto al otro a pesar de que el recorrido es siempre el mismo: 42 kilómetros 195 metros.

Quizás, lo que hace que cada Maratón sea único son aquellos imponderables que ocurren antes, durante y después del mismo más que el maratón en sí.

El domingo 30 de septiembre corrí el maratón de Berlín, mi 7° maratón. Conmigo estaban dos grandes amigos del parque del este en Caracas, Alvaro Tupaz y Susy Pereira, ambos corredores con mucha experiencia, mucho rodaje y kilómetros. Nos quedamos en casa de una prima mía.

La primera anécdota digna de mención tiene que ver con los preparativos antes de salir de la casa, específicamente, con el momento en que sonaron los despertadores.

Como veníamos de Caracas, nos enredamos con el cambio de hora y nos despertamos a las 4 am. pensando que eran las 5 y que estábamos retrasados en los “rituales” del desayuno-baño-ropa. En el momento de la confusión empezó una suerte de histeria colectiva hasta que esclarecimos la duda y entendimos que hasta era demasiado temprano.

Esperamos un rato y a las 5.56 tomamos un autobús que nos llevó hasta Postdamer Plaz y de allí caminamos hasta muy cerca de la salida. Hacía frío y no estábamos preparados para esa temperatura sin bien tenía guantes y una franela de manga larga que boté en el km 7. Después de que dejamos la ropa en los respectivos sitios, nos protegimos con unos plásticos amarillos Adidas que estaban regalando y nos acercamos al corral correspondiente. Me tocó el F. Quedé impresionada por la cantidad de gente, la organización del evento y comencé a sentir esa emoción parecida al miedo, o más precisamente, a las ganas de “salir corriendo”. Conmigo estaban Susy y Alvaro y además nos encontramos con Manuel Brosten, gran amigo del parque que compartió con nosotros ese momento.

Cada corredor tenía un globo naranja en la mano que soltó, en el momento del disparo de salida. En un momento el cielo se volvió de un solo color y fue cuando empecé a correr.

Esta vez tenía nuevos temores: uno relacionado con una fascitis plantar que tengo en el pie derecho y que Lilia Núñez logró curarme en pocas sesiones. Si bien, en las últimas semanas me había dolido poco, tenía pánico de que apareciera el dolor después del 30. Otro miedo que me angustiaba era que en todos los entrenamientos, largos y cortos, nunca logré hacer los tiempos logrados en entrenamientos anteriores y que me había dado seguridad. Salí un poco resignada a que iba a tener que luchar con alguna adversidad física o mental añadida a las que todo maratón tiene, desde dolores musculares, la “pared”, la fatiga, la náusea……

Tenía los parciales para hacer 3.36.

Comencé a avanzar y la gente, la música, la amabilidad de la ruta–venía de Boston y Madrid que tiene recorridos mucho más exigentes-, la ciudad y sus espacios inmensos hicieron que el tiempo pasara rápido y que la acumulación de kilómetros no se sintiera tanto. El reloj me decía que estaba 2 minutos por debajo de los parciales. La hidratación me preocupó al principio porque era cada 5 k. pero después del 15 se fue haciendo más frecuente. Si bien era un poco complicado tomar, logré hacerlo todas las veces que quise. Como es mi costumbre usé, a partir del 15 usé 2 geles de chocolate que repartí hasta el 38.

Cuando pasé los 21 en 1.47.59 me sentía bien y no me dolía nada. Durante ese tiempo pasaron por mi cabeza imágenes de maratones anteriores que se mezclaban con el que estaba corriendo generando un solapamiento de sensaciones viejas y nuevas Cerca del 31 entramos en el Kudam que es una de las grandes avenidas de la ciudad muy, cerca de donde viví en el 2004 cuando pasé un tiempo trabajando en Berlín. Allí comencé a sentir algo de cansancio pero seguí bien y logré pasar el 35 en el tiempo más bajo que he hecho hasta ahora: 3.00. Me sentí feliz de ese logro y pensé que quizás iba a bajar mi mejor tiempo que era 3.38.06. Después del 35 entramos en la zona más nueva de Berlín; seguía bien sin grandes complicaciones aunque, a partir del 38, los kilómetros comenzaron a hacer hicieron su efecto. Pasé el 40 en 3.27.23 y, a partir de allí aceleré con la intención de ir subiendo el ritmo en la medida en que me acercara a la llegada. Cuando pasé la puerta de Brandeburgo sabía que faltaban 100 metros para la meta. Seguí dándole hasta el final y cuando miré el reloj vi que había repetido mí mejor tiempo de Boston con algunos segundos más: 3.38.16. Allí fue cuando entendí que, si hubiese mirado el reloj en el 41, quizás hubiera logrado bajar un minuto y hacer 3.37. Pero no fue y lo único que espero es lograrlo en el próximo maratón, quizás en el mismo Berlín, el año próximo".




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