abril 24, 2007

Experiencia de Antonio Azpiroz en el Maratón de Boston 2007

Escrito por Antonio Azpiroz:

Al llegar a Boston nos dimos cuenta de que los pronósticos del clima no estaban muy equivocados, los fuertes vientos, el frío y la lluvia serían nuestros compañeros el día de la carrera. Con este clima solo nos quedaba preparar ropa para frío, patear la expo, comer, descansar y mentalizarnos en lo que teníamos que hacer, aquello para lo que nos habíamos entrenado, correr a “tope”.

Nos dirigimos hacia los autobuses en Boston que nos transportarían hacia Hopkinton bajo una lluvia suave a las seis y media de la mañana, en el recorrido de unos 45 minutos aprovechamos para desayunar un pan dulce con mermelada y repasar una vez más nuestra estrategia de carrera. Cuando llegamos al punto de salida tuvimos la inmensa suerte de que habían habilitado un gimnasio cubierto en el que nos resguardamos del clima hasta las nueve de la mañana, alli pudimos descansar un rato más y prepararnos para la carrera. Aquí tratas de relajarte un rato y ves a un montón de corredores super fit que intimidan a cualquiera, todos con su ritual de llenarse de vaselina, tomarse alguna poción extraña y hacer sus estiramientos, la verdad es que somos un zoológico de personajes.

Finalmente Franklin y yo salimos del refugio y nos lanzamos a la lluvia, dejamos nuestras bolsas con la ropa para la llegada en los autobuses y caminamos hacia los corrales, allí el se fue al primer grupo (por debajo de 2:50) y yo me quedé en el tercero, cuando miro a mi alrededor veo en mi “corral” un tipo disfrazado de vaca y por supuesto me preocupo por que no me vaya a pasar, esa raya de salir en la foto con la vaca es demasiado grande, afortunadamente no lo volví a ver. Faltando cinco minutos me desprendo del disfraz de latero (cubierto por bolsas), la espera se hace eterna y un par de minutos antes de la salida unieron los grupos y apliqué la criolla coleándome a unas 500 personas, también vi a un tipo escocés que se estaba lamentando del clima (en el cual entrena todo el año), el tenía dos impermeables y como pensaba tirar uno se lo martillé y –siguiendo en la nota del recoge latas- decidí correr con esa “chiva” mientras entraba en calor.

De repente comienza el himno americano, el disparo y una estampida de corredores en una bajada con lluvia, trato de mantenerme con cautela y con un ritmo “conservador” paso la primera milla en 6:46. De repente, la ruta sube y baja constantemente y sigo tratando de mantener mi ritmo programado de 6:45 por milla, las siguientes 3 millas las paso a ritmo de 6:25 y me pregunto si voy muy rápido, así que controlo el paso y las siguientes 12 millas monto un paso perfecto de 6:45 (+/- 5 seg.), cerca del km. 10 me pasa José Almandoz a un paso excelente y decido no seguirlo, yo a lo mió me repetía todo el tiempo. Al paso de la media maratón veo el reloj y todo está de acuerdo a lo planificado 1.27, se que llevo tres minutos en el bolsillo que estoy consciente que perderé en Heart Break Hill. La lluvia comienza a suavizarse y la temperatura ya me es familiar, van pasando los kilómetros sin desesperarme pero sin perder el foco y el ritmo, sin perder un punto de hidratación y tratando de arroparme en los lotes de corredores del fuerte viento. Cuando comienza las primera subidas, entre la milla 16 y 18 veo que mis tiempos de paso caen a 7:15, y no había llegado a lo mas duro, milla 19 en 6:49 y llegamos a la temida subida donde paso las siguientes dos millas a 7:30 de promedio, aunque ya había perdido 2 minutos en las subidas todo estaba calculado, no me desesperé, mantuve el ritmo cardíaco y llegue a la milla 21 entero. Como verán, con tantos números en la cabeza y cálculos de conversión de millas a kilómetros no me daba tiempo para pensar si estaba cansado o no. Siempre me repetía que la carrera comenzaba en el kilómetro 36, allí al ver lo bien que me sentía se me erizó la piel y me repetía una y otra vez LO LOGRE, me acordaba de mis entrenamientos en La Lagunita y pensaba que apenas me faltaba una vuelta de aquellas que tanto había entrenado. Otra vez a enfocarnos y a batallar contra el viento, pasé las siguientes tres millas a 6:45 de nuevo, entonces ya estaba confiado en bajar de las tres horas y disfrutaba de la carrera con excelentes sensaciones. La milla 25 de nuevo me sorprende con una pequeña subida y el ritmo de paso cae a 7:15 así que una vez más tranquilo sigo mis sensaciones y sin darme cuenta me encuentro en la recta final, veo el reloj y decido apretar para pasar por la meta y salir en la foto con el reloj por debajo de las tres horas (2:59.55 reloj – 2:59.08 chip).

La emoción cuando llegue fue inmensa, me sentía como un niño feliz y sin ningún tipo de dolor, felicité a todos los que estaban a mi lado y salí disparado a buscar mi ropa y mi teléfono para llamar a mi esposa y a mis amigos. La verdad es que en ese momento le quería dar las gracias a todos los que me ayudaron con sus palabras de ánimo, con su seguimiento de la carrera por Internet, a los que me acompañaron en muchos entrenamientos a tempranas horas, a Carlos y Gerardo que me ayudaron a preparar el plan de entrenamiento y a mi esposa, muy especialmente, por todo su apoyo y comprensión durante tantos meses de preparación.

Una vez más se demuestra que con constancia, una buena planificación y muchas ganas se pueden alcanzar todas las metas, solo tenemos que creer en nosotros y tener suerte de no doblarnos un tobillo o caer enfermos.

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